historia de la educación tercer parcial
unidad 1
unidad 1

ESCUELAS PALATINAS
El término de Educación es
un término histórico ya que el arte de
enseñar abarca desde la antigüedad hasta nuestros días, y aun así, continúa
escribiendo su evolución en el libro de la Historia. Un objetivo de la Historia
de la Educación es el estudio claro y detenido del pasado de la Educación y de
su evolución para comprender, explicar y mejorar su presente.
Carlos I, el Grande (742,747 o 748 d. C.-814 d. C.) conocido como
Carlomagno, rey de los francos, estaba muy preocupado por la educación de su
corte y del pueblo, pensaba que era esencial para fortalecer la unidad de su
reino. Él era analfabeto, eso podría ser la explicación por su inquietud. La
cultura en esa época se encontraba en manos de la iglesia, Carlomagno, buscó
entre los monjes ayuda para crear un nuevo sistema educativo, de raíces
clásicas. Alcuino de York, britano, conoció al rey en el año 781. Juntos y con
la ayuda de otros intelectuales francos comenzaron la que llamaron “Escuela
Palatina”, en la sede del reino Aquisgrán.
En la Escuela Palatina los alumnos eran hijos de los hombres más poderosos
del reino. Sus métodos y organización se copiaron para los centros educativos
que se abrieron en otros lugares del reino. La actividad de estas escuelas y la
difusión cultural se conoce como la etapa del “Renacimiento Carolingio”.
La educación palatina y estatal
La palabra "palatino,
a", viene del latín "palladium", palacio, casa real. Una escuela
palatina se refiere a una institución educativa instalada en el ámbito del
palacio real, o perteneciente al palacio.
Con
el transcurso del tiempo, la educación monástica y eclesiástica medieval había ido deteriorándose hasta el punto de considerarse los
años comprendidos entre 600 y 900
como los más oscuros de la Edad Media. Pero en los siglos VIII y IX hay como un oasis en esa época, y es la actuación de dos grandes monarcas, Carlomagno en Franconia y Alfredo el Grande en Inglaterra. Ambos se preocuparon de la educación, no sólo de los
eclesiásticos, sino del pueblo y de la misma nobleza.
como los más oscuros de la Edad Media. Pero en los siglos VIII y IX hay como un oasis en esa época, y es la actuación de dos grandes monarcas, Carlomagno en Franconia y Alfredo el Grande en Inglaterra. Ambos se preocuparon de la educación, no sólo de los
eclesiásticos, sino del pueblo y de la misma nobleza.
Con Carlomagno se impulsa la
educación y la creación de escuelas. Destinado a construir la ciudad de Dios,
pensó que había que fortalecerse en el conocimiento de la fe, empresa para la
cual inició una renovación cultural llamada Renacimiento Carolingio (último
cuarto del siglo VIII hasta el primero del siglo X).
Hubo dos motivaciones para este
renacimiento: el uso de la escritura religiosa y el de la administrativa.
Cifremos la célebre capitularía de 789, en la que Carlomagno exhortaba a
obispos y abades a abrir escuelas episcopales y monacales en los siguientes
términos: “Que haya escuelas para la instrucción de los jóvenes. Que en cada
monasterio y obispado se enseñen los salmos, el cómputo, el canto, la
gramática, y que haya libros cuidadosamente corregidos. Pues a menudo los
hombres que quieren rogar a Dios no lo pueden hacer bien a causa de la
incorrección de los libros que tienen en las manos”.
El mismo Carlomagno dio ejemplo
abriendo la Escuela Palatina de Aquisgrán, en la que los scriptoria se
dedicaron a elaborar numerosos manuscritos con ilustraciones (miniaturas) de
gran calidad. Desarrolló su labor durante el último cuarto del siglo VIII,
destacando los libros de Godestalc (Evangeliario) y Ada (Evangelios).
Personajes de este renacimiento carolingio son: Pedro de Pisa, Paulino de
Aquilea, Paulo Warnefrido (gramáticos), Abogardo (arzobispo de Lyon en 804 que
luchó contra la herejía adopcionista). Pero el más importante fue Alcuino de
York (735-804), que dijo que “las disciplinas gramaticales y filosóficas
conducen a la cima de la perfección”. Se centró en dos cuestiones: las artes
liberales como medio de explicación de las doctrinas sagradas y de
interpretación de las escrituras especialmente la dialéctica y la ética.
Carlomagno
(742-814), el gran emperador, después de unificar bajo su
mando casi toda Europa, observó las deficiencias de la cultura eclesiástica y seglar de su
tiempo. Y trató de subsanarlas. Para ello empezó a organizar en su palacio, la tradición
merovingia, una escuela a la que asistieron él mismo, su familia y algunos nobles
seleccionados para el servicio de la Iglesia y del Estado. Al frente de ella puso a la excelsa figura de Alcuino, educado en el monasterio inglés de York.
mando casi toda Europa, observó las deficiencias de la cultura eclesiástica y seglar de su
tiempo. Y trató de subsanarlas. Para ello empezó a organizar en su palacio, la tradición
merovingia, una escuela a la que asistieron él mismo, su familia y algunos nobles
seleccionados para el servicio de la Iglesia y del Estado. Al frente de ella puso a la excelsa figura de Alcuino, educado en el monasterio inglés de York.
El Imperio
Carolingio marcó el inicio de muchas cosas en Europa, y entre ellas, el de una
nueva concepción de las relaciones entre Iglesia y Estado. Carlomagno se veía a
sí mismo como un defensor del cristianismo en general, y de la Iglesia Católica
en particular. Si se suma a esto el hecho de que los monjes eran los únicos que
en su tiempo sabían leer y escribir, es comprensible entonces que Carlomagno
buscara la ayuda de los canónigos para crear un sistema educativo nuevo.
La Escuela Palatina fue una escuela fundada por
Carlomagno, el Emperador del Imperio Carolingio, en la capital Aquisgrán durante
el denominado Renacimiento Carolingio, un periodo de florecimiento intelectual
durante la oscura Alta Edad Media. Se convirtió en la primera escuela
renombrada de la época y sirvió de ejemplo para la creación de otras. La
escuela palatina era parte del plan de Carlomagno de hacer renacer la cultura
para fortalecer su Imperio y subir el nivel cultural del imperio, o por lo
menos la de la corte y los sucesores de los emperadores. Era un edificio de
planta octogonal rodeado por una nave de dieciséis lados. También estaba
cubierta por una cúpula. Dentro de la escuela se hallaba el trono de mármol de
Carlomagno.
Ø Escuelas Palatinas y
Catedralicias: Donde se impartía educación para la nobleza y se les adiestraba
en las labores de gobierno.
Ø Escuelas Conventuales: donde se educaba al
clero para que cumpliera la función de controlar ideológicamente a la población
a través del credo religioso. Se impartieron las llamadas 7 artes liberales.
b) Quatrivium →
Aritmética, Música, Astronomía y Geometría. La lengua utilizada era el latín.
Ø Escuelas Parroquiales: Se impartía
educación para el pueblo, donde se le enseñaba a obedecer y soportar con resignación
su condición de explotado. Esto se lograba a través de la religión.
La Iglesia Católica estaba
encargada de la educación, recordemos que para el imperio carolingio era
importante contar con los servicios del clero para difundir el dogmatismo, el
memorismo que la religión brindaba, para concientizar a la población en el
cumplimiento, la obediencia, la resignación y el fatalismo.
En
la enseñanza tomaba una parte activa Carlomagno en forma de discusiones y
diálogos. La escuela palatina no cesó con
la muerte de éste sino que continuó con su hijo Luis el Piadoso. Quien llamó
para dirigirla a otro gran educador
medieval, Scotus Erigena. Más importante
aún que estas creaciones palatinas es la obra emprendida por Carlomagno para elevar la instrucción de su pueblo
iniciando así una educación seglar, estatal,
que desgraciadamente no tuvo continuación, pero que sentó un precedente valioso
en el proceso posterior de la educación pública.
Reconociendo, en efecto, el estado lamentable
en que se hallaba la cultura de los eclesiásticos y la necesidad de contar con
funcionarios para su Imperio, dictó Proclamas o
Edictos, inspirados sin duda por Alcuino, que
era su consejero.
Para
esta obra han de ser escogidos hombres que tengan la voluntad y habilidad de aprender y un deseo de enseñar a los
otros". Dos años después, en 789, dirigió otra Proclama ordenando que se crearan escuelas en todas las parroquias,
en las que los niños pudieran aprender a
leer. En los monasterios se debería enseñar los salmos, los signos de la escritura, los cantos, la gramática y los libros
sagrados. Asimismo, llegó a ordenar en otra
Proclama del año 802 dirigiéndose a los señores, "que todo el mundo
enviará su hijo a la escuela para
estudiar las letras y que el niño permanecerá en la escuela hasta que sea
instruido en ellas". Al mismo tiempo, buscó
en Roma maestros para sus escuelas e instituyó funcionarios para que actuaran como inspectores de la enseñanza en ellas.
La
obra de Carlomagno subsistió durante algún tiempo, sobre todo con su hijo, y
con la actuación de Alcuino en el
monasterio de San Martín, en Tours. En el año 829 los obispos de Galia se dirigieron a Luis el Piadoso pidiéndole
que: "siguiendo el ejemplo de su padre, se establezcan escuelas en vuestro reino para que la labor de vuestro
padre y de vos mismo no desaparezca por
descuido".
Alfredo
el Grande realizó una labor parecida en Inglaterra, adonde llevó sabios y educadores de fuera de su reino para elevar el nivel
cultural de éste, preparando así el surgimiento
de las universidades en épocas posteriores. Una labor parecida realizó en
Inglaterra Alfredo el Grande (871-901), creando una escuela palatina a la que asistían los nobles de su corte y aún
mozos de origen humilde.


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